19 enero 2024

El sueñero

 

El sueñero, de María Sergia Martín González

Aquel atractivo e irresistible vendedor de sueños había engatusado a mis padres. Cuando llegué del instituto hablaba con mamá. Ella le contaba sus deseos de volar muy lejos. Como me aburrían sus rabietas hormonales, encendí el televisor. Luego, llegó papá con sus fantasías por volver a ser niño. Aquel embaucador anotaba todo en una libreta, como para darse importancia. Estoy muy preocupado, sobre todo por mamá. Dicen en el barrio que el lunes la vieron en el nido de cigüeñas haciendo piruetas. Pero al que no soporto es a papá. Se ha convertido en un mocoso repelente y autoritario que llena la casa de babas.


Finalista semana 14 Relatos en Cadena de la Cadena Ser.

26 noviembre 2023

Teoría de los imanes y viceversa

 (2º Premio IV Edición del Certamen de Relato Corto ‘Pueblos y Sabores’)


TEORÍA DE LOS IMANES Y VICEVERSA 

Sonia

Con motivo de nuestro décimo aniversario, Evaristo me sorprendió reservando mesa en un restaurante carísimo. Decían de él que ofrecía la mejor carta delicatesen de toda la comarca, con más de treinta y cinco platos para degustación, y, también, que su vino de Rueda tenía el sabor de las cosas que se hacen sin prisa. Igual que mi relación con Evaristo. Forjada pasito a pasito desde la escuela.

Me compré un vestido de satén en un tono dorado pálido porque sospechaba que íbamos a celebrar algo transcendental. Cuando llegué, él ya estaba sentado con su traje negro, en el lugar más íntimo de todo el local. Deslumbraba. Aún sin gafas, pude apreciar el aura que desprendía. Una silla mal colocada me hizo trastabillar un poco y creo que alguna copa rodó por el suelo, no conseguí verlo con nitidez. Evaristo se levantó, galante como siempre, y tomó amorosamente mis manos haciéndome sentar con rapidez.../... (continúa)

Evaristo

Reservé mesa en el restaurante más caro de la provincia y en el lugar más alejado de la entrada. No quería toparme con ningún conocido del trabajo o del gimnasio. Los precios de la carta no eran aptos para todos los bolsillos, por lo que no era probable que nos encontráramos con nadie. Había resuelto poner fin a mi relación con Sonia. Diez años juntos. Toda una maldita década tirada a un contenedor de residuos.

La vi llegar con su sonrisa pazguata, vestida de burbuja freixenet, sin el menor pudor y dando tropezones con todas las sillas. Sonia y su puñetera manía de no ponerse las gafas porque dicen que la afean. De la mesa contigua rodó una copa que empapó a un caballero. Tuve que levantarme a la desesperada para agarrarla por las manos, sentarla y disculparme con el resto de comensales. Vi mohines de desaprobación y sentí vergüenza, la verdad. Tanta, que necesité aflojarme el nudo de la corbata para evitar que mi cara se congestionara y acabaran reventado mis ojos.../...

 

Si quieres continuar leyendo, puedes hacerlo aquí.

 



16 octubre 2023

Lazos invisibles

 

Supe que el recluso solicitó cambiar de letrado. «Reclama imposibles», apuntaban. Me acerqué dubitativa. Tras las obligadas presentaciones cliente-abogada, intenté formularle algunas preguntas. Se adelantó admitiéndose culpable. Dijo que aceptaría cualquier pacto; que solo necesitaba poder despedirse de un amigo con el que siempre estuvo conectado. Últimamente, sospechaba que algo iba mal. Afirmó que, de no conseguirlo, olvidara el camino de retorno. Me conquistó cuando dijo que mis ojos eran campos de lavanda y que le recordaban a una hija que decidió enterrarlo hacía mucho tiempo. Resultó complicado. Demasiados impedimentos por parte de la prisión. Sherlock, así se llamaba su perro, iba a ser sacrificado. El tiempo apremiaba... Tras semanas de extenuante papeleo, el juez autorizó un vis a vis extraordinario. Sherlock estaba ciego, arrastraba desmañadamente las patas, pero algo invisible permanecía inalterable. Hubo babas, interminables abrazos y un llanto a dos voces. «Te eché de menos, viejito», repetía emocionado.


Microrrelato ganador septiembre Microrrelatos de Abogados. Aquí se recoge la noticia.

PALABRAS DEL MES: lavanda, retorno, formular, pactos, conectado

Desandar

 Relato ganador #surrealismopuro convocado por Zenda e Iberdrola

Desandar

 

Fue mamá quién aseguró haber escuchado tres golpes en la caja, justo en el instante en que se derramó la primera paletada de tierra. Aunque algunas vecinas trataron de tranquilizarla, porque entendían su dolor, ella gritó a los sepultureros que abrieran de inmediato el ataúd. A regañadientes, aceptaron mientras se hacía el silencio en el camposanto. Dentro, papá, ataviado con el mejor de sus trajes, recibía el aire fresco con una amplia sonrisa y un poco de carraspera. En vida siempre había sido un hombre cordial y afable y, cuando llegaba el otoño, su garganta acostumbraba a resentirse. ¡Bienvenido, de nuevo, maldito otoño!, fue lo primero que dijo. Le ayudamos a incorporarse entre mamá, don Anselmo, el viejo párroco, y yo mientras sacudíamos de su ropa la arena y los pétalos de rosa que habíamos depositado en el interior. Si bien a mamá se le desparramaron los ojos de lágrimas por volver a escucharlo, dijo muy enfadada que, si aquello era otra de sus bromas, tenía muy poquita gracia, que habían venido todos los vecinos, los de las partidas de las tardes, sus amigas de manualidades y hasta Paquita Peña, la que –según decían en el barrio– era una hija secreta de mamá.

Papá pidió perdón a todos los allí reunidos por el trastorno de tener que devolver las docenas de ramos y coronas que habían traído para despedirle. Se disculpó con afecto de sus compañeros de “mus” por no poder acabar el torneo e hizo un guiño a Paquita Peña. Dicen que le escucharon decir que cuidara de su verdadera madre y que no hiciese caso de pamplinas de chismosas. Luego, besó en los labios a mamá y explicó que había olvidado algo muy importante. Que no sabía muy bien qué era, pero que necesitaba recuperarlo antes de encomendarse al sueño eterno. No hubo manera de hacerle entrar en razón, ni siquiera cuando le dijimos que tía Margarita estaba siendo trasladada al hospital tras desmayarse al verlo salir de la caja. Un infarto, creo que afirmó uno de los sanitarios. Menudo susto se llevó la pobre. Después de velarlo durante toda la noche y hartarse de llorar con mamá mientras lo amortajaba, parece que su maltrecho y deshidratado corazón no pudo resistir más emociones... 

(continúa leyendo aquí).



13 julio 2023

Para niñas especiales

 

Visitar su taller era la fantasía de cualquier niña del parque, pero él me había elegido a mí. En lugar de sacarme una chocolatina de la oreja, como a las demás, me entregó un papel arrugado en el que había escrito que yo era la ganadora. Aunque me moría de ganas por contárselo a mis amigas, dijo que ese sería nuestro secreto.

Al llegar, me desilusioné un poco. Aquel sitio parecía cualquier cosa menos un taller de magia. Vale que había un hombre de hojalata, pero ni capas, ni varitas, ni chisteras. Ni siquiera una paloma. Iba a marcharme cuando levantó una tela y lo descubrió. Frente a mis ojos, el baúl mágico que me ‘teletransportaría’ a Oz, repleto de chucherías, vestidos ‘dorothy’ y fotos de niñas: antiguas pasajeras, supuse. Dijo que únicamente funcionaba con niñas especiales, por lo que debía permanecer muy callada cuando comenzara a moverse. Y dormirme sin rechistar porque el viaje era largo.

Estoy contentísima esperando aquí dentro, aunque me hubiera gustado poder despedirme de mamá para demostrarle que no eran cuentos chinos, que la magia existe de verdad.




#Microrrelato finalista XI Premio de Microrrelatos Colectivo Manuel J. Peláez

Amanda, o alguien que se le parece

 

Amanda, o alguien que se le parece

 

Encontrar romántico el simple hecho de quedar un lunes a eso de las seis en El Retiro, como cuando empezaron de novios. Pasear en silencio, aspirar el murmullo de la hierba. Sentarse en su banco frente al lago. Temblar, como el primer día, al sentir que Amanda acaricia sus manos y le pide que le mire a los ojos. Escuchar como ella le confiesa que se ha enamorado de otro. Que lo siente. Que siempre serán amigos. Que encontrará a alguien mejor... Aceptar la ruptura con deportividad. Estas cosas pasan. Acompañarla hasta el metro, hacerse el fuerte y despedirla con un beso. Llorar. Enterrar el anillo junto a un olmo, perder su trabajo. Llorar. Olvidarse de pagar al casero y regresar cada domingo al parque. Vestir, aunque deslucida y rota, la misma ropa de entonces. Creer reconocerla en cada mujer que pasea y, como un loco, gritar su nombre. Imaginar que es Amanda, o alguien que se le parece, quien se gira y arroja con desdén unas monedas al suelo. Emocionarse con semejante muestra de afecto, con verla tan bonita, con pensar que sigue recordándolo y exhibir orgulloso al mundo su sonrisa desdentada.



#Microrrelato finalista en el IX Certamen de Microcuentos – Vallecas Calle del Libro 2023

02 mayo 2023

Faltan cinco

 

Si el traje no es para mí, por qué se empeñan en decir que me sienta bien. Es azul y rojo con una araña gigante en el pecho y tiene una máscara con solo dos agujeritos para los ojos.  Cada mañana me lo pone una enfermera y, mientras desayuno, repite que soy especial. No consigo enfocarla bien con esta máscara inútil, pero me relamo imaginando que es mamá: mi deliciosa mamá. Todas las tardes me pinchan, me hacen pruebas... Aunque quiero llorar, jamás muestro debilidad con gente. Cuando me atan y se marchan, sí. Me desparramo y lloro con todos mis ojos. Sí, sí, con los siete.



Finalista semana 25 #Relatos en cadena #Cadena Ser


28 mayo 2022

Final inminente

 

Sufría terrores nocturnos, según dijeron los del orfanato. Tenemos la misma edad, pero parece más pequeño. Habla poco, no juega al ajedrez y le aterrorizan los escarabajos. Por algún trauma, supongo. Dice papá que debemos ser amables porque mamá necesita llenar el hueco que dejó Filfa.

Como buen noctívago, cuando se acuesta, no puedo evitar acercarme y susurrarle que esa era la cama de mi hermana muerta. Me chifla verle temblar.

Ayer nos comunicaron sus alergias y mamá comenzó a llorar… Yo las anoté para no confundirme, aunque sospecho que, más pronto que tarde, acabaré equivocándome como la otra vez.



Segundo premio CONCURSO DE MICRORRELATOS "Laberinto de palabras" Escritores de Rivas (Rivas Vaciamadrid)

Una vez es sí. Dos, no

 

Mamá era una mujer especial. Desde que conoció a papá, había documentado nuestras vidas en distintos álbumes. Era una delicia navegar a través de aquella enciclopedia vital repleta de fotos y recortes. En el álbum de estrellas aparecía su noviazgo, el primer beso, la boda. En el azul, el piso nuevo, cada mueble y la ampliación de la droguería. El rosa estaba dedicado a mi nacimiento, mis primeros años de colegio, los disfraces que ella inventaba. En el verde, la infidelidad de papá. Las pocas páginas del álbum negro sugieren dolor, quizás, celos o venganza...

A pesar del tiempo transcurrido, emociona ver que continúan juntos y que ya superaron los malos momentos. Es pura entrega que mamá no lo abandonara cuando supo del engaño, ni tan siquiera cuando papá enfermó repentinamente. Jamás quiso apartarse de su lado. Cada día diluye su medicación en zumo, le limpia los hilillos de baba de la boca, empuja con delicadeza su silla y sigue contando con él para todo. Esta mañana, antes de decidirse por el color de las nuevas cortinas, le ha pedido opinión a papá: «Parpadea una vez si te gustan. Dos, si no».


Microrrelato finalista VIII CERTAMEN DE MICROCUENTOS VALLECAS CALLE DEL LIBRO 2022

18 abril 2022

Dicen


 

Dicen

Ahogado en la laguna encontraron al viejo pescador. Dicen que hace años, se le ahogó una hija allí mismo, que estaba borracho y que aún rumia la culpa. Desde que murió su mujer, acudía cada tarde a ese lugar para reencontrarse con la pequeña. Dicen que se arrojaba sonriendo, con los bolsillos llenos de piedras. Que, cuando llegaba al fondo y sus pulmones rebosaban agua, algún tritón avisaba a la niña, que lo vaciaba y acomodaba en tierra firme hasta que se recomponía. Dicen que tanto dolor lo volvió loco y dicen, también, que desde su nicho la esposa ha celebrado este desenlace.



Finalista semana 25 Relatos en Cadena. Cadena Ser

28 diciembre 2021

Diógenes

 

La afición de papá por los viajes espaciales inundó nuestro hogar de objetos maravillosos. Asier tenía su habitación atiborrada de meteoritos y restos de satélites, mientras yo rescataba residuos siderales entre cientos de bolsas de basura cósmica. Para mamá traía piezas de tela intergaláctica o trozos de porcelanas de asteroides lejanos. Durante esos días, éramos felices escuchándole narrar sus peripecias. Pero la dicha duraba poco. A instancias de algún vecino envidioso, aparecían decenas de camiones municipales con la misión de expoliarnos nuestros tesoros. Después, se llevaban a papá vestido de blanco en una nave con sirena y luces ambarinas.



Primer Premio XIII Concurso de Microrrelatos de la Red de Bibliotecas Públicas Municipales del Ayuntamiento de Madrid

Recuerdos

 


Hoy he colgado el letrero con mi nombre en la puerta del bufete. Mario nunca lo sabrá, pero el suyo figura también, embadurnando las paredes, bajo el papel pintado. He recordado cuando volvía con hambre del colegio y el suministro eléctrico se mofaba de una nevera sin recursos. Siempre quería albóndigas con muchas patatas, porque estaba en pleno crecimiento. Con los lápices de mamá aprendí a dibujarle sus comidas favoritas. Se relamía. Esa tarde hacía frío. Le pinté una estufa y mantas con el rostro de mamá, para que no la echara en falta. Porque era la mayor. Porque se lo prometí. De madrugada, llegó papá trastabillando. Nos hicimos ovillo cuando abrió la puerta. Mario dibujó en la pared un escondite que me pudiera proteger, como cientos de veces vio hacer a mamá… En mi mesa: un portátil, sus fotos infantiles y los lápices que no consiguieron dibujarle una vida.


Ganador mes de febrero. Microrrelatos de Abogados.

https://microrrelatos.abogacia.es/microrrelatos/02-2021/

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